jueves, 16 de noviembre de 2017

NOTICIAS Identificado un fármaco que podría detener la progresión de la esclerosis lateral amiotrófica:

Mujer con esclerosis lateral amiotrófica (ELA)
Mujer con esclerosis lateral amiotrófica (ELA) - ARCHIVO
ESCLEROSIS LATERAL AMIOTRÓFICA

Identificado un fármaco que podría detener la progresión de la esclerosis lateral amiotrófica

Los primeros resultados de los estudios con humanos muestran que el antipsicótico ‘pimozida’ es seguro y podría estabilizar la progresión de la ELA

MADRIDActualizado:
La esclerosis lateral amiotrófica (ELA) es una enfermedad degenerativa ocasionada por la muerte de las neuronas motoras –o ‘motoneuronas’–, responsables de transmitir los impulsos nerviosos del cerebro y la médula espinal a los músculos voluntarios del organismo. Una enfermedad de la que cada año se diagnostican cerca de 900 nuevos casos en nuestro país y para la que no existe cura. De hecho, a día de hoy tampoco hay ningún tratamiento disponible para ralentizar, y menos aún detener, su progresión, lo que provoca que la esperanza de vida media de los pacientes afectados no exceda de tres años. Sin embargo, esta situación podría cambiar en un futuro no muy lejano. Y es que investigadores de la Universidad de Montreal (Canadá) han identificado un fármaco que, bautizado como ‘pimozida’ y ya aprobado para el tratamiento de la esquizofrenia, resulta seguro en humanos y es capaz de estabilizar la enfermedad en distintos modelos animales de ELA.
Como explica Alex Parker, co-autor de esta investigación publicada en la revista «JCI Insight», «si bien los fármacos riluzol y edaravona, actualmente utilizados en el tratamiento de la ELA, tienen efectos ‘modestos’, nuestros resultados muestran que la administración de pimozida alivia los síntomas de la enfermedad en modelos animales. Nuestros hallazgos deben ser confirmados en nuevos estudios, pero creemos que hemos encontrado un medicamento que puede resultar mucho más efectivo para mejorar la calidad de vida de los pacientes con ELA».

De nematodos a humanos

El nuevo descubrimiento comenzó a fraguarse hace seis años, momento en el que los autores pusieron en marcha sus experimentos con dos modelos animales genéticamente manipulados para que padecieran, ya desde su nacimiento, las características de la ELA en humanos: el ‘gusano’ o nematodo ‘Caenorhabditis elegans’, y el pez cebra. Y lo que hicieron fue administrar a estos animales miles de fármacos ya aprobados para ver si encontraban alguno capaz de frenar la progresión de la enfermedad.
Como indica Pierre Drapeau, director de la investigación, «evaluamos un total de 3.850 medicamentos aprobados para el tratamiento de otras enfermedades y hallamos una clase de fármacos antipsicóticos capaz de estabilizar la movilidad tanto en el nematodo como el pez cebra. De hecho, pimozida funciona especialmente bien a la hora de prevenir la parálisis en peces cebra al preservar la sinapsis neuromuscular».
El siguiente paso fue repetir el experimento con un animal más ‘grande’. Concretamente, con un ratón igualmente manipulado para padecer la enfermedad. Y en este caso, los resultados fueron los mismos. Es decir, pimozida es capaz de preservar la función neuromuscular en tres modelos animales distintos. Y una de sus ventajas es que se trata de un fármaco muy bien conocido.
Se han logrado más progresos en los últimos cinco años que en 100 años de investigación de esta enfermedad
Como refiere Lawrence Korngut, co-autor de la investigación, «pimozida es un medicamento que se utiliza desde hace ya 50 años. Un fármaco que fue aprobado para el tratamiento de ciertos trastornos psiquiátricos, como la esquizofrenia, y cuyo coste es inferior a los 8 céntimos de euro por píldora. Además, debe tenerse en cuenta que investigaciones recientes han mostrado la existencia de una relación genética entre la esquizofrenia y la ELA».
Lógicamente, ni los nematodos, ni los peces cebra, ni los ratones son seres humanos. Por lo tanto, el siguiente paso fue desarrollar un ensayo clínico para evaluar la seguridad de la administración de pimozida en pacientes de ELA. ¿Y qué pasó? Pues que según los resultados de un estudio con 25 voluntarios afectados por la enfermedad, el fármaco parece totalmente seguro en humanos.
Como destaca Lawrence Korngut, «en el trabajo identificamos la dosis más alta tolerable en la población con ELA. Una dosis, además, que es inferior a la empleada en el tratamiento de otras enfermedades. Así, este primer trabajo nos ofreció una prueba preliminar de que pimozida puede resultar útil en la ELA».
Pero aún hay más. Si bien este primer ensayo clínico, además de pequeño, fue diseñado para evaluar la seguridad del tratamiento, los resultados también mostraron unos primeros indicios de la eficacia del fármaco. De hecho, los pacientes tratados con pimozida conservaron la funcionalidad de los músculos de su región tenar. Un aspecto a tener muy en cuenta dado que la pérdida del control de estos músculos de la palma de la mano –concretamente, entre los dedos índice y pulgar– constituye uno de los primeros signos de la ELA.

Aún habrá que esperar

En definitiva, parece que la administración de pimozida, más allá de resultar eficaz en distintos modelos animales, puede ser muy útil en el tratamiento de la ELA en humanos. Todo ello a pesar de que las evidencias alcanzadas derivan de un estudio muy pequeño –solo 25 pacientes– y de muy corta duración.
Como apunta Pierre Drapeau, «para nosotros, esta es una indicación de que hemos hallado la diana terapéutica correcta. Tal y como muestran nuestros trabajos con modelos animales, pimozida actúa directamente sobre la sinapsis neuromuscular. Todavía desconocemos si pimozida tiene un efecto curativo o si solo preserva la función neuromuscular y, por ende, puede estabilizar la enfermedad. Pero se trata de la primera vez que se identifica un fármaco potencial para los pacientes humanos a partir de la investigación realizada con organismos pequeños como los nematodos o los peces».
Y llegados a este punto, ¿cuál es el siguiente paso? Pues realizar un estudio más grande. De hecho, en las próximas semanas se pondrá en marcha en Canadá un ensayo clínico en fase II en el que, con una duración de seis meses y la participación de 100 pacientes con ELA, se tratará de confirmar la seguridad de pimozida y se evaluará su efecto sobre la progresión de la enfermedad, los síntomas y la calidad de vida de los afectados.
Como alude Daniel Rompré, padre de dos hijas y paciente diagnosticado de ELA en marzo de 2016 que espera tomar parte en el nuevo estudio, «es difícil mantener una visión positiva. Uno se pregunta: ¿por qué a mí? Pero al menos resulta alentador ver que la investigación sigue avanzando. Se han logrado más progresos en los últimos cinco años que en 100 años de investigación de esta enfermedad».
Sin embargo, y a pesar del optimismo derivado de los resultados iniciales, es demasiado pronto para sacar conclusiones sobre la seguridad y eficacia de pimozida. Como concluye Lawrence Korngut, «en este momento, la gente con ELA no debe tomar este fármaco. Primero debemos confirmar que es realmente seguro y útil a largo plazo. También es importante tener en cuenta que pimozida se asocia a efectos adversos significativo. Por tanto, solo debe ser prescrita en el contexto de la investigación clínica».

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