El impresionante estudio comenzó examinando el efecto de las alteraciones microbianas en un modelo de ratón diseñado para parecerse a los síntomas de la esclerosis lateral amiotrófica. Después de descubrir que los síntomas del animal empeoraron rápidamente después de que sus microbiomas fueron eliminados, los investigadores se concentraron en 11 especies bacterianas específicas que parecían estar jugando un papel en el aumento o disminución de la progresión de la enfermedad.
Dos especies particulares de bacterias intestinales, Ruminococcus torques y Parabacteroides distasonis, parecieron exacerbar rápidamente los síntomas de la ELA. Pero, aún más interesante, una especie llamada Akkermansia muciniphila retrasó el inicio de los síntomas.
Para entender exactamente cómo A. muciniphila podría estar ejerciendo este efecto potencialmente protector, los investigadores observaron una molécula en particular secretada por la bacteria, la nicotinamida (NAM). La suplementación directa de los ratones propensos a la ELA con NAM resultó en reducciones notables de sus síntomas clínicos.
Trasladando estos resultados a sujetos humanos, los investigadores realizaron perfiles metabólicos y de micriobiomas en varios pacientes de ELA. Además de descubrir niveles significativamente bajos de NAM en sangre y cerebro en pacientes con ELA, en comparación con un grupo de control saludable, se observaron varias diferencias microbianas, incluyendo niveles bajos de genes microbianos relacionados con la síntesis de NAM.
«Estos hallazgos son sólo un primer paso para lograr una comprensión completa del impacto potencial del microbioma en la ELA, pero sugieren que en el futuro, varias formas de alterar el microbioma pueden ser aprovechadas para desarrollar nuevas opciones terapéuticas para la ELA», dice Eran Elinav, uno de los principales científicos del proyecto.
Los investigadores hacen hincapié explícitamente en que estos resultados son preliminares y no implican ni sugieren ningún tratamiento humano específico en esta etapa. Los expertos que no están involucrados en este estudio en particular se dan cuenta rápidamente de que el modelo de ratón ALS utilizado en la nueva investigación no es ampliamente representativo de cómo se desarrolla la enfermedad en humanos.
Llamado modelo SOD1, este modelo de ratón transgénico depende de un gen específico que desencadena la aparición de la enfermedad. Este gen en particular es responsable sólo del tres por ciento de los casos de ELA en humanos. Brian Dickie, de la Motor Neurone Disease Association, dice que el trabajo de seguimiento en otros modelos de ratones ALS es vital antes de que estas conclusiones sean ampliamente aceptadas.
«Se ha demostrado que muchos compuestos limitan la progresión de la enfermedad en el modelo de ratón SOD1, pero ninguno ha mostrado todavía la misma eficacia en pacientes con ELA, por lo que los investigadores serán cautelosos al extender estos hallazgos a la enfermedad humana», dice Dickie.
La investigación ciertamente plantea más preguntas de las que responde, señalando al microbioma como potencialmente modulador de la progresión de la ELA. Sin embargo, hasta ahora no hay pruebas claras de que el MNOAL en particular pueda ayudar a prevenir la progresión de la ELA. Luis Emiliano Peña Altamira, investigador asociado del King’s College London, sugiere que A. muciniphila podría estar haciendo más en relación con la ralentización de la ELA que con la producción de NAM.
Peña Altamira, que no trabajó en este nuevo estudio, señala que A. muciniphila ha sido implicada recientemente en todo, desde la función del sistema inmunológico hasta la obesidad, y puede haber conexiones más generales entre el «envejecimiento, la ELA y la reducción del número de esta bacteria». A. muciniphila es una de las especies de bacterias intestinales más abundantes en el microbioma humano, y recientemente se han asociado niveles bajos con la enfermedad inflamatoria intestinal, así como con la eficacia de ciertos tratamientos contra el cáncer.
Dickie también añade que este nuevo descubrimiento es sólo una pequeña pieza del gran rompecabezas que es la ELA. Aunque este estudio ciertamente sugiere que el microbioma puede desempeñar un papel en la progresión de la ELA, no se ha formulado la hipótesis de que sea el único desencadenante.
«Esto se suma a una imagen emergente, pero todavía borrosa, de un metabolismo diferente que parece ocurrir en las personas con ELA», dice Dickie. «La dieta y el ejercicio también están siendo estudiados como factores potenciales asociados con la enfermedad.»